Desde hace un tiempo se han alzado diversas voces que se pronuncian en contra de las fumigaciones con agroquímicos en varias provincias argentinas. El boom de la soja en Argentina, que en los últimos años se constituyó en el principal producto de exportación del país, ha traído aparejado no solo el empleo de semillas transgénicas sino además la utilización de herbicidas pesticidas y otras sustancias químicas desarrolladas por la industria biotecnológica. En nuestro país ya se han documentado decenas de casos de contaminación agroquímica en provincias agricultoras donde se emplean sustancias tóxicas, sin regulaciones científicas o legales y con poco control de parte del estado.
En este sentido, los médicos advierten que el uso descontrolado de pesticidas puede ser la causa del crecimiento de problemas de salud. Puntalmente en las poblaciones agrícolas argentinas. Los vientos arrastran los tóxicos, depositándolos en escuelas, viviendas y fuentes de agua. En tanto los peones del campo manipulan las sustancias sin equipos protectores u otras medidas de seguridad.
Las fumigaciones y la salud
El uso de la biotecnología en el campo ha cambiado desde hace casi veinte años la forma de producir. A su vez esto ha modificado el perfil de las enfermedades. En la actualidad en provincias como Santa Fe, Chaco o Córdoba se registran altas tasas de cáncer, niños que nacen con malformaciones y enfermedades poco comunes en épocas pasadas.
Históricamente la Argentina fue un país reconocido porque su ganado era alimentado con pasto. Sin embargo esa situación comenzó a transformarse a fines de la década del ’90 con la adopción de semillas y sustancias químicas que prometían aumentar las cosechas y reducir el uso de pesticidas. En la actualidad, casi toda la cosecha de soja y la producción de maíz y algodón están modificadas genéticamente. Además las áreas de cultivo de soja se triplicaron en los últimos años.
Está comprobado que los agricultores argentinos utilizan unas 4,3 libras de agroquímicos por hectárea, esto es más del doble de lo que usan los estadounidenses. El glifosato es una de las sustancias químicas más usadas en los campos nacionales. Su uso es seguro si se aplica debidamente, sin embargo las provincias poseen distintas normativas. Por ejemplo en algunas de ellas el rociado está prohibido a menos de 3 km de las zonas pobladas. Pero en otras está permitido a solo 50 metros de las poblaciones. Además un tercio de las entidades territoriales no estipulan ningún límite y la mayoría no tiene políticas detalladas para el cumplimiento de las normas.
El uso de agrotóxicos es un delito
Existe una ley nacional que obliga a quienes aplican sustancias químicas que puedan amenazar la salud a adoptar medidas eficaces para impedir la generalizada degradación del ambiente. Sin importar costos o consecuencias, a pesar de ello esta ley nunca se aplicó a la agricultura. Hasta la fecha, los intentos por regular la actividad a nivel nacional han sido rechazados o abandonados después de un tiempo.
Desde el año 2012 después de una larga lucha por parte de organizaciones ambientales y poblaciones afectadas por las fumigaciones, en la provincia de Córdoba se declaró que fumigar con agrotóxicos es un delito y tiene condena condicional sin cumplimiento de cárcel. Lo hizo la Cámara I del crimen en el juicio por fumigaciones en el barrio Ituzaingó Anexo. Un caso emblemático en el que un productor agropecuario y un aerofumigador fueron encontrados culpables de contaminar y afectar la salud de la población. Por ello, fueron condenados a tres años de prisión condicional.