Un Iglú, el paradigma de Arquitectura Sostenible

Un Iglú, el paradigma de Arquitectura Sostenible
Un Iglú, el paradigma de Arquitectura Sostenible

El iglú, una construcción absolutamente funcional y sostenible.

A veces nos hacemos una idea del edificio sostenible como un edificio basado en las últimas tecnologías. Cuenta con muchos paneles solares y materiales “a la última” en sostenibilidad. Pero nos olvidamos de que el desarrollo tecnológico, aparte de habernos otorgado un bienestar material innegable, es el que nos ha llevado a estar cerca de agotar los recursos naturales que tenemos.

Es por eso que quiero hablaros del Iglú, una construcción absolutamente funcional y sostenible.

Un iglú es la construcción que ha sido utilizada por los inuits, en el norte de Canadá, Alaska y Groenlandia como refugio temporal de los cazadores en invierno. Aunque, con un tamaño y mantenimiento adecuados, ha llegado a ser vivienda permanente de muchas familias inuit.

La palabra iglú significa casa de nieve, lo cual es una definición literal de lo que es un iglú. En contra de lo que mucha gente cree, un iglú no está formado por bloques de hielo, sino por bloques de nieve endurecida. Esta diferencia, que podría ser insignificante, no lo es en absoluto.

¿Por qué?

La densidad de la nieve es muchísimo menor que la del hielo y eso le confiere una capacidad aislante que el hielo no posee. Es por eso que cuando en el exterior de un iglú se alcanzan temperaturas por debajo de 35ºC bajo cero, en el interior, con una pequeña lámpara de aceite y el propio calor humano es posible estar a 0ºC. Unos muros gruesos hechos de nieve consiguen un aislamiento térmico muy importante en un clima polar, y los inuits lo han aprovechado durante siglos.

A todo esto hay que añadir que el volumen en forma de cúpula esférica minimiza la superficie de exposición al frío y al viento. Con lo que tanto el material como la forma que componen un iglú trabajan a favor de mejorar el confort en el interior.

Además los inuits suelen colocar pieles en el interior y en la puerta de acceso para mejorar la sensación térmica y evitar entradas de aire indeseables.

Por lo tanto, encontramos en el iglú un clarísimo ejemplo de construcción bioclimática, ecológica y, en definitiva, sostenible.

Bioclimático, porque su forma esférica reduce al máximo las pérdidas de calor

Ecológico, porque utiliza como material constructivo el producto más cercano, y cuando llega el verano se derrite sin dejar impacto alguno en el entorno.

Sostenible, porque no agota recursos limitados

Es evidente que nuestras exigencias de confort no están cubiertas en un iglú. Pero se trata de un antiquísimo ejemplo que, aunque no podamos aplicar directamente en estas latitudes, nos puede servir como modelo teórico para entender cómo conseguir una arquitectura sostenible.

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